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Luis Manuel P. Boitel

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Dos poemas de BOITEL/Cuba

UN DÍA ACABARÉ SIENDO LA NADA

quizás vestía de blanco y era aquel hombre acercándose a la multitud de un parque de provincia. buscaba, tal vez, entre los ralos árboles una noche de invierno, un sendero que no conducía a ningún sitio posible. el incoherente paisaje que me advierte de un raro fingimiento, de una utopía, nada tiene que ver con aquel hacedor buscando el soliloquio, el velamen. en la vorágine de un tiempo, un día acabaré siendo la nada, el despertar de un hombre junto a lo extraño, quizá fue un signo de mala suerte. según el ángel de la guarda, nada pudiera contra el que me desconoce entre las caravanas de una ciudad invisible. vestía de blanco, y te­­n­­ía un nombre me­mo­rable y una casa en las afueras pintada de cal y figuras de yeso. cuando amanecí reconocía en el rostro de Rimbaud un sueño parecido, un hombre es siempre un sueño parecido, el sueño dentro del sueño, el hombre dentro del hombre. un poema nos sumerge en el convite, más allá del convite. entonces salgo de la historia, y queda afuera la ciudad irremplazable, el nombre que no tuve, el amigo que llegó para ocupar el sitio. si me dijeran cuál es mi nombre verdadero, yo fuera entre la multitud de un pueblerino parque y me sentara como si fuese domingo, como si fuese un desconocido que escribe un poema para concebir el hierático paso de la noche.

CARTAS DESDE FRANCIA, 1989

en el vaivén de las hojas
que ya no serán más del árbol y la primavera,
otra cuerpo se distiende en el desgaste
de las cosas (in)tangibles. otros días
volverán a la subasta de lo efímero
y otra noche (para ser más exacto) aguardará
el éxtasis que tus ojos ocultan. en vilo
por los senderos menos transitables
leo (cartas desde Francia, l989) apenas
tuve fortuna junto al límite. un animal
enjaezado a mi vientre recubría
toda esta tierra flotante de espíritus.
ya no podré más detener las palabras,
en la evasión de sus golpes dejo silencio.
junto a lo advenedizo o inmaterial
llega a su término lo menos lúdico, lo menos
aparente. en el vaivén de las hojas
la neutralidad semeja el invierno tardío.
ahora que nadie escribe cartas
hay demasiado afán despojado de palabras.
más allá del Boulevard Saint-Germaine
el polvo ciega la fe (había señalado en el Diario).
definitivamente, todo lo memorable nos pertenece.


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