Hubo una vez
(mis neuronas escondieron el cuando)
un
gorrioncillo que cayó del nido;
pequeño, solitario,
plegóse a la supervivencia.
Vio que en tierra firme
todos andaban por sus patas
y
emprendió su trecho
torpe y lentamente.
Al cabo del tiempo
realizaba todas sus funciones
como
cualquier terrícola.
Un día tornóse triste,
nostálgico, taciturno,
refugiándose
en el rincón
de las hojas secas del bosque.
Desde entonces
no cree en lo que tiene,
lo que quiere,
lo que puede;
está perdido, confundido.
No sabe mirar más allá,
al horizonte,
al inmenso cielo.
¡Despierta gorrión, que eso eres!
la vida es aún hermosa
cuando
se busca a uno mismo
desde su entorno propio.
UN DÍA, LA
MAR Y YO
Un día, la mar y yo
salimos a pintar vidas y
con tantos trazos
amanecimos seres humanos
un día, la mar y yo
creímos estar muy solos y
comenzamos a hilvanar estrellas
las estrellas
(faros en el firmamento)
hacen
su símil de islas perdidas por el océano
en la noche
todo puede perderse
hay quienes apuestan más
al espejismo del asfalto
que a las historias de su memoria
un día, la mar y yo
supimos que
a pesar de tanto tiempo con color a muerte
es posible la creación.
CUERPOS DE DIOSES
¡Ahí va!
una camisa cabizbaja
vistiendo uno de los tantos cuerpos de dioses
y sí que las hay
almas en parapeto
detrás de atuendos disímiles, hermosos cuerpos
para
olvidar su vacío
su perturbada penumbra
y doy gracias
a pesar de mi sombra decadente
a pesar de que Teresa proclame
"me gusta tu pelo, así
como lo tenías debajo de mis dedos"
Confió en la desnudez de los espejos.